Saludos de nuevo, amigos del mostacho.
El día de hoy me encontré en el teléfono en una llamada de larga distancia. La llamada era de Italia, y quien estaba del otro lado de la linea era mi buen amigo Mario. Conocí a Mario hace aproximadamente 20 años. En aquellas épocas, un tren a Hamburgo y diez levantadas de mi dedo pulgar, me llevaron a Roma. Hermosa ciudad aquella, la gente muy amable y las mujeres muy hermosas (más aún las que portaban, con orgullo, un pequeño y casi impercetible bigote). Todos parecian vivir en armonia.
Eso era sólo lo que parecia, pues en realidad estaban llorando la desaparición de una hermosa y muy famosa mujer a la que sólo apodaban Princesa. El Mario de quien trata la historia, era la persona encargada de encontrar a esta susodicha muchacha. En contra de mi voluntad, y un poco enagenado por los nuevos medios de comunicación, me uní a la búsqueda de esta preciada fémina. Lamentablemente, esta es historia para otra publicación.
Lo que en este momento quiero platicarles es diferente. Esta noche que hablaba con Mario, salió a relucir el tema de los bigotes, debo decirles que Mario es uno de los principales exponentes de esta tan maravillosa prenda facial. En nuestra conversación, me di cuenta que para llegar al estilo que ahora ostenta, Mario pasó una transformación de estilos muy diversa. Aquí dejo la imagen que me mandó, esta imagen es una remembranza de los estilos mostacheros que mario portaba, y es también una recopilación de muchos y muy interesantes estilos de bigote.
Las historias que vivimos juntos, que también fueron gran parte de nuestra conversación, se las comentaré en una nueva entrada posterior. No quiero adelantar mucho, sin embargo, nuestras historias van desde las carreras que hicimos, los juegos de futbol en los que estuvimos y las clases de dibujo y medicina que compartimos.
Hasta pronto, amigos del bigote, me despido recordando que la vida, efectivamente, es mejor con bigote.
La vita è migliore con il moustache
J
El día de hoy me encontré en el teléfono en una llamada de larga distancia. La llamada era de Italia, y quien estaba del otro lado de la linea era mi buen amigo Mario. Conocí a Mario hace aproximadamente 20 años. En aquellas épocas, un tren a Hamburgo y diez levantadas de mi dedo pulgar, me llevaron a Roma. Hermosa ciudad aquella, la gente muy amable y las mujeres muy hermosas (más aún las que portaban, con orgullo, un pequeño y casi impercetible bigote). Todos parecian vivir en armonia.
Eso era sólo lo que parecia, pues en realidad estaban llorando la desaparición de una hermosa y muy famosa mujer a la que sólo apodaban Princesa. El Mario de quien trata la historia, era la persona encargada de encontrar a esta susodicha muchacha. En contra de mi voluntad, y un poco enagenado por los nuevos medios de comunicación, me uní a la búsqueda de esta preciada fémina. Lamentablemente, esta es historia para otra publicación.
Lo que en este momento quiero platicarles es diferente. Esta noche que hablaba con Mario, salió a relucir el tema de los bigotes, debo decirles que Mario es uno de los principales exponentes de esta tan maravillosa prenda facial. En nuestra conversación, me di cuenta que para llegar al estilo que ahora ostenta, Mario pasó una transformación de estilos muy diversa. Aquí dejo la imagen que me mandó, esta imagen es una remembranza de los estilos mostacheros que mario portaba, y es también una recopilación de muchos y muy interesantes estilos de bigote.
Las historias que vivimos juntos, que también fueron gran parte de nuestra conversación, se las comentaré en una nueva entrada posterior. No quiero adelantar mucho, sin embargo, nuestras historias van desde las carreras que hicimos, los juegos de futbol en los que estuvimos y las clases de dibujo y medicina que compartimos.
Hasta pronto, amigos del bigote, me despido recordando que la vida, efectivamente, es mejor con bigote.
La vita è migliore con il moustache
J
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